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Cómo actúa un nihilista

El accionar nihilista se identifica por reacciones de negación de cualquier dogma, principio o creencia. También, estas personas sostienen una actitud crítica hacia las prácticas, sentido de opiniones y valores culturales, sociales y políticos de la sociedad.

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El nihilismo pertence a los conceptos mucho más polivalentes de la crónica de la filosofía. Desde el siglo XVIII se usa para expresar la negación del ser, los valores o la trascendencia. Pese a su concepto negativo, se muestra como un principio liberador y subversivo que nos deja sacudirnos los fantasmas del pasado. Puede terminar en elogio de la finitud o, en su versión mucho más extremista, en defensa del suicidio. En este destacable ensayo, Simon Critchley escoge el primer sendero. Lo fundamental no es regresar a la cuestión del ser, sino más bien enfrentar la contingencia de la vida humana. El nihilismo puede ser vivido como el acto que da fe de la sepa de sentido, despertando la desorientación ética y la desesperanza existencial. Tal es la situacion de Meursault, el personaje principal de El extranjero de Camus, que discute con el capellán antes de su ejecución, recordándole el «horrible juicio» que le espera a todo hombre. La desaparición es el desenlace, pero no reduce la vida. Todo humano es un extraño, por el hecho de que la conciencia, con su aptitud de evaluar, representa lo inusual en el curso errático de la evolución. No obstante, el devenir solo consigue la dimensión de un hecho frente a la cabeza humana, que puede seleccionar entre la lamentación o la celebración de lo ordinario. El exitación de contemplar la agitación de un vecindario argelino antecede al delito de Meursault, exponiendo la oportunidad de volver a descubrir la vida diaria en su plenitud simple.

Etimología del término «nihilismo»

El término «nihilismo» procede del latín nihil («nada»). Se emplea para referirse a un género de pensamiento que sosten o protege una sepa o “nada” mucho más que la iniciativa de un origen fundacional como punto de inicio. Fue popularizado por el escritor ruso Ivan Turgenev en su novela Progenitores y también hijos (1862). Turgenev enseña esto como una situación política opuesta a toda autoridad ahora todo principio de fe. El término se propagó en la Rusia imperial: fue mal visto por ámbitos conservadores y adoptado por revolucionarios.

No obstante, el término data de una carta mandada al pensador Fichte por Friedrich Heinrich Jacobi a fines del siglo XVIII (1799), donde lo usaba como crítica a la filosofía idealista-trascendental de Emanuel Kant.

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