Para Freud (1914) el yo se forma desde el ello, el ello es la instancia psíquica mucho más vieja, su contenido, esto es, las pulsiones, procede de lo heredado, de lo constitucional; allí actúa el principio del exitación y vive lo reprimido, todo en el id es completamente inconsciente, solo puede entrar a la…
Kinsukuroi
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Kinsukuroi (El arte de arreglar) Técnica de Japón de reparación de cerámica.
Ejemplo de ego, id y superego
Al tratarse de abstracciones, útiles para interpretar la conducta y reforzar en ella, es bien difícil prestar ciertos ejemplos de estas tres instancias psíquicas, pero muy extensas , se puede decir que:
- Las ocasiones de agresión hacia el otro o de enfrentamiento popular explícito tienen la posibilidad de proceder de uno mismo, en el afán de territorializar la verdad, intentando siempre y en todo momento con los otros de forma proyectiva.
- Los complejos de culpa y las autoexigencias insatisfactorias, por poner un ejemplo, acostumbran a proceder del superyó, como una instancia de conducta punitiva y vigilante.
- Las pulsiones de vida y muerte que semejan proceder de lo mucho más profundo de la psiquis y que frecuentemente conducen a formas de proceder recurrentes acostumbran a proceder del ello.
- Los sueños son interpretados por el psicoanálisis como una manifestación enigmática del contenido del ello, que consigue simbolizarse de manera desorganizada.
- La realización de deseos y fantasías mediante la negociación con la verdad es una labor llevada a cabo por el yo, hostigado por las demandas del ello y por las regulaciones del superyó.
La etapa del espéculo como modelador del yo
Un instante fundamental en el nacimiento de nuestro yo se da entre los seis y los dieciocho meses de vida. En esta etapa, el niño procura reconocerse en el espéculo, se atrae por esa imagen y le da cierto exitación jugar con esa sensación.
El espéculo es una metáfora que se refiere al humano que nos circunda. Ser con la capacidad de admitir el cuerpo real y el espacio imaginario es señal de un óptimo avance humano, sin fragmentación del yo. Un padre o una madre que no protege a su bebé o que le hace daño, sostiene su imagen, pero al tiempo puede estar generando una fragmentación, que puede desembocar en procesos psicóticos.