En el evangelio de el día de hoy, Jesús nos comunica que el Reino de los Cielos es como un banquete, una celebración con platos rebosantes que un rey prepara para sus convidados. La verdad es que Jesús, mediante sus parábolas, nos enseña la vivienda de su Padre, la última morada a la que todos nos encontramos convidados.
Todos nos encontramos convidados a la celebración de Dios, Él no se fatiga de invitarnos por el hecho de que somos sus hijos amados, Jesús asimismo charla de de qué manera todos tenemos que vestirnos apropiadamente para la celebración, en verdad, ese atuendo que Dios solicita es Felicidad es la limpieza del alma y del espíritu pues nada manchado puede estar en la existencia de Dios. Jesucristo nos ten en cuenta que para gozar de esta enorme celebración hemos de estar preparados, una preparación que incluye la vida misma, un caminar en el cariño, en el servicio, en la clemencia, en el cariño a la forma de Jesús.
Entre los Géneros de Llamados de Dios están:
Este llamado es realizado por Dios a todos Sus Hijos. Por medio de este género de llamado, Dios puede cumplir su plan y propósito aquí en la tierra.
Que es llevar su Palabra a las ánimas por medio de la evangelización, la intercesión y el servicio.
Clemencia en la vida espiritual, en la vida relacional y también interpersonal.
La clemencia sintetiza el secreto de la fe cristiana y mantiene la vida de la Iglesia, cuya probabilidad pasa por el sendero del amor compasivo y misericordioso.
En ocasiones insistimos en la justicia y nos olvidamos de ser misericordiosos en nuestro trato con los humanos. Como cristianos deseamos lograr un propósito mayor: el de la clemencia y el perdón, intentando de regresar a lo fundamental para proteger las debilidades y adversidades de nuestros hermanos y hermanas. El perdón es una fuerza que revive para una exclusiva vida y también infunde el valor de ver al futuro con promesa.
Di no a la distracción
Pablo le afirma a Timoteo en 1 Timoteo 4:16 “Ten precaución de ti y de la doctrina; persiste en ella, por el hecho de que de este modo te salvarás a ti y a los que te escuchan.
Es simple dejarse llevar por las ganas de desarrollar tu negocio, tu familia, tu carrera o tus ahorros. Y muchas personas pierde innumerables horas de su historia en Internet y en sus teléfonos. Como acólito de Jesús, tienes que estar enfocado en las cosas que son realmente esenciales y de esta manera realizar tu llamado.