Los dones son capacidades o dones divinos que Dios entrega a los humanos según su sabiduría y nivel de conciencia. La fuente donde viven estos dones está en el espíritu y se usan para el beneficio del resto a través del servicio a el resto y como propósito de vida aquí en la Tierra.
En la sociedad de la cual formamos parte productiva, posiblemente hayas olvidado apreciar tus regalos, no solo está condicionado por la rentabilidad, la oferta o la demanda, sino más bien asimismo por el propósito que puedes expresar, para ti y para el resto, mediante ellos: caer enamorarse, gozar, ser útil, trascender, disfrutar, hacer, dar novedosas perspectivas, comunicar, son varios de los mundos que se abren en el momento en que conocemos, vivimos y expresamos nuestros dones, dándoles el valor que tienen para el planeta.
“El misterio de la presencia no es solo vivir, sino más bien entender para qué exactamente vives” afirma una oración de Fedor Dostoievsky que invita a preguntarse: ¿Sabes cuál es esa esencia, cualidad o capacidad que te caracteriza? y te distingue del resto?
Dones de curación:
Este se encuentra dentro de los dones mucho más extraordinarios de Dios por el hecho de que la gente que lo tienen tienen la posibilidad de rezar por los enfermos y traer el poder de Dios para sanarlos completamente.
Este es un don que da a los cristianos la aptitud de tener una sabiduría que va alén de la sabiduría humana, pues les da la aptitud de decir o realizar lo acertado según la intención de Dios. Un individuo con este don se identifica por tomar excelentes resoluciones en su historia.
Nuestros distintos dones
¿De qué manera debemos ser precisamente un pueblo misionero? El Espíritu Beato une a todos y cada uno de los fieles como un solo cuerpo y nos capacita para la misión. Todos acercamos algo nuevo a la mesa, pero juntos debemos marchar en armonía: «Nosotros, que somos varios, somos un cuerpo en Cristo, cada uno de ellos integrante del otro» (Romanos 12:5).
El Señor nos ha bendecido a todos nosotros con algunos dones y capacidades. Estos dones nos asisten como integrantes del cuerpo de Cristo conforme avanzamos juntos en la misión. Nuestros dones son distintos, pero Dios los agrupa para exactamente el mismo propósito (1 Corintios 12:4-7). Los distintos dones de cada uno de ellos se complementan entre sí y trabajan juntos por el bien común de realizar seguir el reino de Dios aquí en la tierra.