Nietzsche procura ver en Sócrates el origen del pensamiento racional, con el que se aniquila la civilización de la vieja Grecia, que es para el pensador alemán, la etapa mucho más floreciente y rica de la historia universal. Y allana el sendero, por contra, a los primeros gérmenes de la caída de la civilización occidental.
Sócrates creía en el diálogo como herramienta para seguir en el saber racional, su ideal de virtud (al tiempo que la carencia de conocimiento llevaba a la superstición y la ignorancia consciente equivalía al mal).
Entre los pesos pesados de la filosofía, absolutamente nadie ha admirado y criticado a Sócrates y su legado con tanta fiereza como Friedrich Nietzsche, quien culpó a la filosofía socrática (la interpretación del pensador, no su figura, admirada por los alemanes) el comienzo de la dualidad ética amo-ciervo, que acabaría, según él, en la perversión del catolicismo.
El legado de Sócrates
Todo el legado de Sócrates se refleja en los diálogos de Platón.
Entre las aportaciones mucho más esenciales de Sócrates es que, para él, la filosofía ha de ser un ejercicio de aportación práctica a la vida de los hombres. La filosofía debe instruir a vivir. Esto supone una entendimiento profunda de los distintos elementos filosóficos, como el bien y el mal, la virtud o la piedad, y el hallazgo de su herramienta diaria. Solo de esta manera el sujeto puede arrimarse al conocimiento.
1- La mosca de Atenas
Sócrates, el ateniense de cuerpo voluminoso y rostro en el que descansaba una nariz ancha y poco delicada, no podía ser muy divertido a los ojos helénicos, no obstante, era muy atrayente para la juventud de la polis encargada de la diosa Atenea.
Tenía un agudo aguijón verbal, una lanceta disciplinada en el rigor de una increíble gimnasia mental; la dialéctica, una manera de diálogo que, según sus opositores, tenía el poder de editar el mal en bien y al reves.