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Qué dice Isaías 25 4

4 Pues fuiste baluarte para el pobre, baluarte para el menesteroso en su angustia, cobijo contra la tormenta, sombra contra el calor, por el hecho de que la acometida del inexorable es como turbión contra el muro.

Guardarás en paz a aquel cuyo pensamiento en ti persiste; por el hecho de que ha confiado en ti. Isaías 26:3

El Salvador se preocupa por los que están en prisión espiritual.

Analice Isaías 24:21–22.

• ¿A qué prisión te refieres en el versículo 22? (A la prisión espiritual, el sitio donde van los espíritus de varias personas fallecidas para aguardar su Resurrección.) ¿Por qué razón los espíritus de varias personas que han fallecido están en la prisión espiritual? Señale que no solamente los inicuos y los rebeldes van a la prisión espiritual en el momento en que mueren, sino más bien asimismo todos y cada uno de los que mueren en sus errores sin comprender el Evangelio (véase D. y C. 138:32). Recuerde a los estudiantes que mientras que el presidente Joseph F. Smith se encontraba meditando en pasajes de 1 Pedro, el Señor le descubrió de qué forma la gente en prisión espiritual van a tener la posibilidad de recibir las bendiciones del evangelio. El presidente Joseph F. Smith se preguntó: ¿De qué manera fue viable que el Señor predicara el evangelio a todas y cada una la gente en prisión espiritual en solo tres días?

Comentario bíblico de Antonio J. Guerra

Ubicado al principio del Sermón de la Montaña (Mt 5-7) y inmediatamente después de las bienaventuranzas, el «nosotros» de Mt 5,11 repiquetea: “Bienaventurado eres en el momento en que eres insultado…”. Jesús se dirige a todos y cada uno de los que desean proseguirlo, que desean ser sus acólitos, y les afirma no tanto lo que tienen que llevar a cabo, sino más bien lo que son como acólitos y lo que se estima de ellos.

«Nosotros sois la sal de la tierra.» Jesús emplea la imagen de la sal para detallar al acólito. La sal se utiliza para preservar, ponerle condimientos las comidas, preservar los alimentos y, en el campo espiritual, se relaciona con los sacrificios de oblación (Lv 2,13; Ez 43,24). Como la sal, tienen que traspasar todo y disolverse para impregnarlo todo completamente, uniéndose indisolublemente. Como la sal, los acólitos de Jesús han de estar presentes en su ambiente y unidos a su Profesor. Pero tienen que continuar siendo sal, tienen que preservar el modo perfecto de ser de su Padre. Si pierden su identidad, van a ser «echados fuera y pisados por los hombres» (5.13).

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