Jeremías 13:23, JBS: ¿Mudará el hombre negro su piel, y el leopardo sus máculas? Tampoco podéis realizar el bien, siendo enseñados a realizar el mal.
Aquí hay un título de libro que no pensaría que sería un éxito de ventas: El misterio de la rentabilidad. Si bien el hombre caído de forma frecuente exhibe una inclinación gnóstica para comprar algún género de conocimiento «misterio» que lo pondría «alerta», el misterio antes citado no es precisamente uno que la multitud se apresure a conocer. Si el título fuera El misterio de la rentabilidad, bueno, sería considerablemente más comercial. Pero en el momento en que lo piensas, ¿no es esencial que un individuo sepa qué es precisamente lo que la hace inútil, cuando menos a los ojos de su constructor? ¿Entender la contestación a la primera no nos señalaría la dirección adecuada para la segunda? Desde la perspectiva de la eternidad, entender de qué forma un individuo se regresa inútil es incalculable. Tras todo, al ver las mentalidades y los hábitos a eludir, asimismo tenemos la posibilidad de detectar una forma de pensar a adoptar y un sendero a continuar. Los dos lados de esta moneda están ilustrados en los primeros once versículos de Jeremías trece.
El capítulo empieza con Jeremías escribiendo: «O sea lo que me ha dicho el Señor: ‘Ve y tráeme un cinturón de lino y ponlo en torno a tu cintura, pero no lo mojes en agua'». Se va a ver precisamente próximamente, el Señor no se encontraba entusiasmado en que Jeremías añadiera una exclusiva prenda a su guardarropa, puesto que se encontraba agotado de ver al profeta caminando con exactamente la misma prenda vieja. Estos fueron los primeros pasos hacia una enorme lección práctica. Habiendo recibido la orden, Jeremías, sin siquiera preguntar por qué razón, sencillamente obedeció al SEÑOR, salió y «tomó el cinto de conformidad con la palabra del SEÑOR y se lo puso a la cintura» (vs.2).
Cristianos y Hábito
«¿Puede el etiope cambiar de piel, o el leopardo quitarse las máculas? ¡Ya que tú tampoco puedes realizar el bien, habituado como andas a realizar qué mal!» Jeremías 13:23 (NVI)
Dicen los eruditos que un hábito se crea al reiterar un accionar. Lo que es bien difícil de realizar al comienzo y lo que nos obligamos a llevar a cabo; con el pasar de los años y la perseverancia en repetirlo, salió incorporando. Hasta el momento en que llega un instante en que se puede realizar prácticamente sin meditar. Conque es ya un hábito.
Jesús es vida eterna
Una cosa que varios olvidan es que la vida eterna es la vida de Jesucristo. Aquí hay una distinción esencial: Jesús es la vida eterna (Juan 11:25; 14:6; 1 Juan 1:2; 5:20). Pero los fieles tienen vida eterna. Ningún fiel nunca se transformará a la vida eterna. Lo poseemos. Pero ella es.
Tal como el Señor Jesús no puede parar de ser vida eterna, de esta forma quien tiene vida eterna no puede dejar de tenerla. Es tan irrealizable para nosotros devolver la vida eterna como lo es para Él parar de ser vida eterna.