4 (5) A los presuntuosos y malvados les digo: «No seáis tan soberbios y soberbios; 5(6) no lleve a cabo tal exhibición de su poder ni sea tan insolente en su alegato. 6 (7) Por el hecho de que el juicio no viene ni de oriente ni de occidente, ni del desierto ni de los montes, 7 (8) sino el Juez es Dios: a unos veja y a otros eleva…
El matrimonio es frente todo comunicar la vida, “en la patología y en la salud, en las pruebas y en la alegría, en la pobreza y en la prosperidad, hasta el momento en que la desaparición les separe”. Todo lo mencionado va a ser irrealizable sin amor. Y no con cualquier género de amor, sino más bien con amor puro, sacrificado y desprendido. Un amor, como el cariño divino, aprendido de Dios, que “no hace daño, no busca lo propio, no se irrita, no almacena rencor; No disfrutas la injusticia, pero disfrutas la realidad. Todo padece, todo cree, todo espera, todo resiste.
Muchas personas no sabe o no tiene presente lo que Dios afirma sobre el cariño y las relaciones. Entonces edifican sus vidas y manifiestan su amor como mejor les semeja, o basado en lo que la multitud afirma y hace sobre las relaciones.
5 pasos para lidiar con un individuo engreída
Contenido
- 5 pasos para lidiar con un individuo engreída
- A quienes les agrada alardear son conocidos como “vanidosas”.
- 7 causas por las que la multitud es tan pretenciosa
)
CUANDO RUGE EL LEÓN
Pero todo ese confort ocultaba una gran caída popular. Pues mientras que la clase dirigente aumentaba su riqueza, edificaba suntuosas mansiones y organizaba suntuosos banquetes todos y cada uno de los días, muchas personas se hundía en la pobreza. Había graves desigualdades sociales y un contraste despiadado entre ricos y pobres. Los campesinos estaban a la merced de los usureros, que los exponían a hipotecas y embargos. Los mercaderes se aprovechaban de la multitud, falsificando pesas y balanzas. Los jueces se dejaron sobornar y recurrieron a trucos legales. Y lo malo es que el gobierno no logró nada para solucionar la grave situación de injusticia.
Amos se percató del deterioro estructural que padecía la sociedad, y que no había forma de corregirlo. La única salida era destruirlo completamente y iniciar nuevamente. En esto Dios llevaba razón.