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Qué dice Marx y Nietzsche sobre la filosofía

Al paso que la ética de Nietzsche es individualista, la ética de Marx es universalista (búsqueda del bien común). La historia tiene una meta, un concepto: el estado comunista. Al tiempo que para Nietzsche, no existe un fin único. La iniciativa del eterno retorno supone una visión cíclica de la historia.

Ideología y crítica del sujeto contemporáneo

Entre los conceptos mucho más atrayentes en la teoría de Marx es el de ideología, término que el día de hoy molesta a ciertos entusiastas leyentes del marxismo; no obstante, la ideología es parte fundamental de los primeros puntos básicos del pensamiento de Marx; singularmente en su crítica a la subjetividad actualizada, tal como al desenmascaramiento de las auténticas construcciones que condicionan lo popular.

El término de ideología tiene un valor epistémico, o sea, sin este término no tenemos la posibilidad de crear juicios de conocimiento crítico desde la perspectiva de Marx; ignorar la ideología es ser una parte de ella y dejarse llevar por fuerzas espirituales alienantes. Al criticar al sujeto contemporáneo, Marx asegura que el sujeto no puede reconocerse en su “situación”, la inmediatez humana (la conciencia) no se observa en las formas objetivas de su actividad. La manera en que los individuos se representan a sí mismos está condicionada por la manera relacional de la actividad productiva, una cosa es de qué manera se muestra la actividad productiva en su autorreflexión (enajenada) y otra de qué manera se desplaza verdaderamente en este desarrollo de enajenación de la actividad. Con el sujeto contemporáneo pasa lo mismo que en el cuento de Román Podolni, El último cuento de la telepatía, donde el personaje principal en ocasiones consigue emplear una máquina que revela pensamientos particulares; Increíblemente, descubrimos, como el personaje principal de la historia, una diferencia extremista entre la autopercepción del sujeto (lo que piensa de sí) y sus acciones; Esta incoherencia, por llamarla de alguna forma, es propia de la falsa conciencia en el sentido marxista. El sujeto «insignia» de los enormes alegatos moralistas y libertarios puede accionar de manera completamente opuesta a su alegato enunciado; como las medites de Marx sobre la izquierda hegeliana; tenemos la posibilidad de ignorar absolutamente la verdad mientras que nos refugiamos en conceptos moralistas y buena intención.

Ceika revela la viabilidad de su lectura mediante la amplitud y fuerza de su interpretación. De qué forma filosofar con la hoz y el martillo está repleto de ideas y provocaciones apasionantes. El libro es tan rico que me limitaré a resaltar 2 puntos escenciales.

La primera: Ceika usa a Nietzsche para hacernos acordar que la aspiración de los socialistas no ha de ser entablar una rigurosa igualdad en todas y cada una de las métricas, sino más bien asegurar las condiciones para el florecimiento humano. Como apunta Ceika, Marx comparte la precaución de Nietzsche al estimar la igualdad como un fin en sí, en tanto que las inconmensurables diferencias entre la gente hacen que tratar a todos por igual signifique tratar a unos bastante superior o peor que a otros. Un individuo con inconvenientes de movilidad que no puede utilizar sitios que no son alcanzables para personas con discapacidad no se va a sentir reconfortada si alguien le afirma que el espacio está libre para todos por igual.

Hay otro riesgo en la trampa de la “igualdad rigurosa”: una política de grosero resentimiento que ofrece la nivelación popular por sí sola, excluyendo a los ricos y realizando poco para contribuir a los pobres. Ceika lleva razón al decir que Nietzsche fue muy listo al criticar este género de «resentimiento» -el impulso receloso de sacarle a otro si le favorece o no- y al hacernos acordar que un futuro socialista democrático ocasionalmente liberaría a ricos y pobres. igual pobre los pobres, los pobres de la alienación popular (si bien dejar en libertad a estos últimos es, como es natural, la primordial motivación). Aquí uno podría complementar el razonamiento de Ceika señalando que de forma frecuente son los conservadores quienes están mucho más alimentados por el resentimiento: considere la amargura con la que ciertos contrarios se resisten a la demanda de «facultad gratis» con íra: «He estado haciendo un trabajo duro para abonar mis matrícula, conque no puedo, es solo que otros no deben llevarlo a cabo».

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