12 Mas a todos y cada uno de los que le han recibido, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 que nacieron, no de sangre, ni de intención de carne, ni de intención de varón, sino más bien de Dios.
Un prólogo sublime. El Verbo: Desde Su Eternidad hasta Palestina Juan 1:1-18 3. La gloria del Verbo como vida y luz. v. 4-9 Algo mucho más sensacionales que debió ocurrir en los seis días de la creación fue en el momento en que, en la mitad de las tinieblas que cubrían la tierra sin forma y el cosmos vacío, se escuchó la voz atronadora y retumbante de Dios, quien ha dicho: «Hágase la luz» y se realizó la luz. Eso hubo de ser como la explosión de millones y millones de bombas atómicas, explotando por todos lados en la enorme creación. Eso debe existir sido lo que provocó ese encontronazo cósmico que desconcierta a los científicos, al que llaman Big Bang. En el primero de los días de la creación, Dios logró la luz pues deseaba descubrir sus proyectos capaces. La creación es la primera revelación que Dios hace de sí, de su Triunidad, de su poder y de sus proyectos para el hombre. La luz es la enorme hermosura y la enorme bendición del Cosmos. Sin ella no podríamos contemplar la hermosura de las flores, la inmensidad de las montañas, la hondura de los mares, la blancura de la nieve, el verde de los bosques, las espesas llanuras y praderas, las coloridas flores que llenan la variedad de vales y cerros, el agua las aguas transparentes que corren sigilosas por las tonificantes quebradas, las gotas de rocío que flotan con su brillo en las enigmáticas telarañas, la luz de la estrella lejana que acompaña el concierto universal de luz y esplendor en la mitad de la noche obscura que sirve de cortina para reflejar las luminarias mayores y inferiores, las constelaciones y el enredado sistema de luces y destellos. En todas y cada una partes Dios pone su luz y deja que los seres conformados contemplen sus hermosos atributos manifestados en las proyectos de la creación. ¡Bendita luz que deja atisbar a hombres y ángeles la gloria inconmensurable que es la esencia del Constructor! Pero esta luz que Dios creó con el poder de Su palabra, esto es, a través de la Palabra, para alumbrar la creación; fue una manifestación y declaración que el Dios del cielo deseó realizar relucir con su luz espiritual en las ánimas de los hombres. Pero la raza humana se apartó del Constructor, lo hicieron a un lado y desearon vivir según sus antojos pecaminosos. En el momento en que Adán pecó y esta naturaleza maligna pasó a los hombres, el resultado fue ceguera espiritual, obscuridad mental y muerte. La desaparición se volvió señor y terror sobre los hombres. Aquel que fue desarrollado para regocijarse en Dios y vivir para Su gloria para toda la vida, en este momento vive en las tinieblas mucho más miserables, entregado a la esclavitud oscurecida del pecado, sujeto al obscuro imperio de la desaparición y las tinieblas donde mora Satanás; en este momento no puede meditar ni razonar según la luz espiritual que le fué dada, sino ha torcido todas y cada una de las cosas. La obscuridad ética es tal que lo bueno lleva por nombre malo y lo malo lleva por nombre bueno. El apóstol Juan, en la introducción o prólogo de su Evangelio, nos muestra las considerables verdades que mostrará sobre Jesús y su evangelio por medio de los signos y alegatos que el Espíritu Beato le inspiró a escoger y dejar por escrito. 2 de las mucho más enormes verdades que resaltará en su evangelio son: La Palabra como vida y luz. El Evangelio es la contestación divina a la necesidad mucho más trascendental del hombre: tener una vida plena y abundante para vivir para la gloria de su Constructor. El hombre ha muerto en los delitos y errores, por consiguiente, lo que mucho más precisa es la vida, no la pura vida, sino más bien la vida verídica que solo se puede conseguir mediante la fe en Jesucristo: «» 30. Jesús asimismo logró muchas otras señales en presencia de sus acólitos, que no están escritos en este libro. 31. Pero estas fueron escritas a fin de que penséis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y a fin de que suponiendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20). El día de hoy observaremos al Verbo Eterno y Constructor como Verbo de Vida y de Luz. Él no es solo el Señor de la creación, sino más bien el Señor de la vida y el Señor de la luz. «En él se encontraba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas reluce, y las tinieblas no la vencieron» (Juan 1:4-5), de la próxima forma: a. La gloria de la Vida radicaba en la Palabra v.4a b. La gloria de la Luz fue manifestada por la Palabra v. 4b-5a c. La gloria de la Luz es rechazada por el planeta pecador v.5b a. La gloria de la Vida habitó en la Palabra.” En él se encontraba la vida.” V. 4. Aquí observamos que Juan pone la vida y la luz en una angosta relación de dependencia. El Verbo es el envase de la vida, y esta vida es la luz de los hombres. La primera afirmación indica que en el Palabra, durante toda la eternidad y durante la dispensación del Viejo Testamento, radicó la vida. ¿Qué género de vida descansó en la Palabra?, sobre la vida espiritual. Aprendiendo el resto del Evangelio se hace visible que la vida debe ver primordialmente con lo espiritual. Cristo vino a ofrecer vida, y esta declaración se enfoca eminentemente en la vida eterna. No obstante, siendo el Verbo el Constructor, indudablemente Juan incluye en “vida” no solo la vida espiritual, sino más bien todo tipo de vida. La Palabra es fuente de vida, física o espiritual, todo es dependiente de ella para existir, nada puede existir sin ella. Esta fue la afirmación que logró Juan en el versículo previo: “y sin él nada de lo que fué hecho, fue hecho” y Pablo ha dicho “y en él sobreviven todas y cada una de las cosas” (Col. 1:17). De él es dependiente la vida de un poderoso arcángel y la vida de una enclenque mariposa. ¡Este es nuestro Salvador! No obstante, el enfoque primordial de Juan es exhibirnos la Palabra como Aquel en quien radica la vida espiritual. Viene a exhibirnos (como Luz) de qué se habla la auténtica vida. Hay personas que hay pero no tienen vida en el sentido espiritual. Ahora en el versículo 1 Juan afirmaba que el Verbo se encontraba con Dios, por toda la eternidad. Dios Padre es la fuente de toda vida, él crea todo. Por consiguiente, la vida espiritual radica en tener una comunión íntima con Dios. “De todo lo mencionado semeja visible que el término tiene relación esencialmente a la plenitud de la esencia de Dios, a sus atributos gloriosos: santidad, verdad (conocimiento, sabiduría, certeza), amor, omnipotencia, soberanía”. Tengamos en cuenta que Juan está ingresando la Palabra en el ámbito terrenal, empezando con él en la eternidad, entonces en la creación, y en este momento preparándolo para la vida terrena. El Verbo eterno se ingresó en lo temporal y mortal, y este Verbo encarnado vino a ofrecer y enseñar al hombre lo que es la auténtica vida. En consecuencia, Juan nos presentará a Jesús, dando afirmaciones como estas: “Padre…, gloria a tu Hijo, a fin de que asimismo tu Hijo te glorifique a ti; como le diste potestad sobre toda carne, a fin de que dé vida eterna a todos y cada uno de los que le diste, y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. (Juan 17:1-3) Pienso que este pasaje es el más destacable comentario a los versículos que nos encontramos aprendiendo, Jesús y el Padre son dadores de vida, en ellos descansa la vida eterna, el hombre tiene la posibilidad de tener esta vida si conoce al Padre mediante Jesús .Jesús revela al Padre y de este modo nos otorga la comunión con la Deidad, y solo en esta comunión tenemos la posibilidad de disfrutar de la vida eterna, que nos es concedida por el Padre por medio de Jesús.Juan nos presentará a Jesús, aseverando frecuentemente que si los hombres los que creen en él van a tener vida eterna, que él les da el agua que aflora para vida eterna, él es el pan del cielo del que todo el que come va a vivir para toda la vida, él es resurrección y vida, él es la puerta que lleva a la vida , es el pastor que da su historia por sus ovejas a fin de que vivan, es el Cordero de Dios que muere para eliminar la causa de muerte espiritual: el pecado y su culpa; tiene expresiones que generan vida eterna; En todo lo mencionado observamos por qué razón Juan afirma que la vida se encontraba en la Palabra: él es el dador de la vida eterna, pero no se habla solo de durabilidad, sino más bien de calidad, pues vivir bastante tiempo no puede ser una buena nueva para muchos, mucho más vivir. totalmente si es una bendición. La vida que da Jesús no solo no termina jamás, sino es plena, completa, jubilosa; lo expresó así: “Yo he venido a fin de que tengan vida, y la tengan abudantemente” (Juan diez:diez). Para acabar este punto del pasaje, es requisito decir que la Biblia asegura las próximas verdades sobre la Palabra como fuente de vida espiritual: Jesús manifestó la vida eterna a los hombres “pero en este momento se ha manifestado por la aparición de nuestro Salvador Jesús Cristo, que quitó la desaparición y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Timoteo 1:diez); prometió la vida eterna y la seguridad absoluta de la salvación a los que creen en él: “y yo les doy vida eterna, y ellos no perecerá nunca, ni absolutamente nadie las quitará de mi mano» (Juan diez:28); esta autoridad para ofrecer vida eterna la recibió de manera directa del Padre: «tal como tú le diste poder sobre toda carne, a fin de que dé vida eterna a todos y cada uno de los que le diste» (Juan 17:2); por el hecho de que él es igual al Padre y tiene exactamente la misma fuente de vida: «Por el hecho de que como el Padre tiene vida en sí, de este modo dió al Hijo a fin de que tenga vida en sí» (Juan 5:26). Juan, el creador del Evangelio, empleará la señal de la resurrección de Lázaro para enseñar que Jesús sus es en verdad la fuente de la vida, tanto material como espiritual. En este ámbito presentará a Jesús diciendo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, si bien muera, va a vivir. Y todo el que vive y cree en mí, no va a morir nunca” (Juan 11:25-26). B. La gloria de la Luz fue manifestada por la Palabra v. 4b-5a. “Y la vida era la luz de los hombres. La luz reluce en las tinieblas.” No obstante, es imposible saber ni gozar la vida si no se nos manifiesta. Juan pone la vida y la luz en angosta relación pues la fuente de la vida es siempre la luz: “Pues en nosotros está la fuente de la vida; en tu luz observaremos la luz” (Salmo 36:9). la luz de la vida” (Juan 8:12). El hombre ha muerto en sus delitos y errores, afirma la Biblia, y como resultado yace en las tinieblas mucho más lúgubres. En la Biblia, la desaparición y las tinieblas están íntimamente similares: «Él almacena los pies de sus santurrones, pero los impíos mueren en las tinieblas» (1 Sam. 2:9); tierra de tinieblas y de sombra de muerte» (Job 5:14). La desaparición espiritual se relaciona con las tinieblas por el hecho de que en ese estado no se diviértete con la luz espiritual que deja ver la gloria de Dios, y en el momento en que el hombre no goza esa gloria, ha muerto. Para Dios, la vida no es solo vida física, es vida en comunión espiritual con Él. Pero no se equivoquen, la Palabra, Jesús, fue traída al planeta para ser luz para el planeta, exponiendo de qué manera hay que vivir la vida en unión con el Padre y siendo él mismo la fuente de esta vida. Si suponemos esto, vamos a ser salvos y verdaderamente vamos a vivir. Si un individuo asegura tener comunión con Dios además de Jesús, se está engañando a sí. Bastante gente buscaron tener una relación espiritual con Dios, pero rechazan la deidad de Cristo o su unicidad como salvador; en consecuencia, no tienen comunión real con Dios, y bastante menos vida espiritual. Este es el mensaje de Juan en su Evangelio: sin Cristo no hay vida espiritual, sin Él no hay oportunidad de comunión con el Padre: «Yo soy la vid verídica (cualquier otra vid solo da la desaparición)… en mí y yo en él da bastante fruto, pues separados de mí nada podéis realizar” (Juan 15:1, 5), pero la furia de Dios está sobre él” (Juan 3:36). Jesús, el dador de la Vida y de la vida en sí, es la luz de los hombres pues nos revela al Padre: “A Dios absolutamente nadie lo vió nunca, el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, él lo reveló” (Juan 1:18). puede ser la luz verídica que revela al Padre pues es el que hay al lado de él, con él y en él, el saber terminado y completo de quién es Dios. Ni el excelentísimo ángel ni la cabeza humana mucho más dotada tienen la posibilidad de nunca entender absolutamente a Dios , de ahí el salmista, meditando en la omnipresencia y la omnisciencia de Dios, exclamó con desconcierto: “Tal conocimiento es bastante fantástico para mí; es prominente, no lo puedo comprender” (Salmo 139:6). Jesús es la luz de los hombres pues por medio de él Dios se da a entender a los fatales: “El que me vió a mí, vió al Padre; ¿De qué manera, ya que, afirmáis: muéstranos al Padre? (Juan 14:9). Todo cuanto es Jesús, es el Padre, salvo que el Padre no está encarnado: «Él es la imagen del Dios invisible» (Colosenses 1:15). No existe duda, Jesús es la luz por el hecho de que quien lo conoce y cree en él recibe el auténtico conocimiento de Dios y tiene la posibilidad de tener comunión con él, que es viviente. Juan usará la señal de la curación del ciego de nacimiento (cap. 9) para probar que: Jesús es la luz de todo el mundo que da la visión a los espiritualmente ciegos y que los hombres son ciegos, andan en tinieblas y se oponen a la luz: “Mientras que estoy en el planeta, soy la luz de todo el mundo (v. 5),… Jesús ha dicho: He venido a este planeta para juicio; a fin de que los que no ven, vean, y los que ven sean cegados (v. 39). w. La gloria de la Luz es rechazada por el planeta pecador v.5b. «La luz reluce en las tinieblas, y las tinieblas no predominaron contra ella». La luz que relució al comienzo de la creación sobre las tinieblas y el caos es símbolo de lo que hace el Verbo en la mitad de las tinieblas espirituales que subyugan al humano. Juan está avanzando desde la introducción de la Palabra hasta el día de hoy en que paseaba por las calles sucias de Palestina. En este momento, en el versículo 5, lo introduce tras la caída del hombre en el pecado. En el momento en que Adán decidió ceder a las tentaciones del demonio y prefirió desobedecer el orden de vida que el Padre le había dado – (si comían del árbol morirían, si obedecían vivirían) – las tinieblas espirituales fueron apodadas humanidad. La verdad espiritual del hombre fue descrita por Job: «De día tropiezan en las tinieblas, ahora mediodía andan a tientas como a la noche» (Job 5:14); y Salmo 82:5 “No tienen idea, no comprenden, andan en tinieblas; tremen los cimientos de la tierra” (Salmo 82:5). La Biblia muestra al hombre en un estado espiritual tan deplorable que Dios afirma que la hormiga, la cigüeña, el buey y el burro tienen la posibilidad de ser nuestros profesores en el desempeño de nuestro deber. Pero el hombre, si bien ha descendido a este estado deplorable, jamás estuvo sin testimonio en su conciencia y sin revelación. «La eterna Palabra de Dios reluce en la mitad de la obscuridad de la conciencia natural, como el reflejo percibido por cada hombre de la santidad y el poder de Dios». Juan mostrará de qué manera Jesús actuó en la obscuridad de la conciencia de la gente a través del hecho con la mujer asombrada instantaneamente de adulterio. En el momento en que la multitud enfervorizada le preguntó si la debían matar como mandaba la ley de Moisés, con solo vocalizar unas expresiones repletas de luz, la conciencia de estos descreídos quedó muy influida: «Pero al oír esto, acusados por su conciencia, se fueron dejándose uno por uno, empezando desde el mucho más viejo hasta el último; y quedó solo Jesús, y la mujer que se encontraba en medio” (Juan 8:9). También, el salmista afirma que la Luz resplandeció en la mitad de las tinieblas en el Viejo Testamento para llevar el saber del verdadero Dios: «Una luz ha resplandecido en las tinieblas a los rectos: él es misericordioso, misericordioso y justo» (Sal 112:4) La Palabra relució con su Luz reveladora de Dios por medio de todo el Viejo Testamento premoniciones, de este modo lo afirma el ángel a Juan: «Adora a Dios, por el hecho de que el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía» (Ap 19,diez) La Palabra, Jesús, ha irradiado su luz transformadora desde los primeros tiempos del Viejo Testamento , de Génesis 3:15, y mediante la vieja dispensación, de de tal forma que toda luz en los corazones y conciencias de los beatos fue producto de Él como Palabra, como Palabra, como Vida y como Luz. Si bien el papel de Iluminador corresponde al Espíritu Santurrón, este se efectúa en conjunción con el Hijo, que es quien nos revela al Padre, no solo en el Nuevo Testamento, sino más bien asimismo en el Viejo. Pero si bien “El pueblo que andaba en tinieblas vió una enorme luz; a los que habitaban en zona de sombra de muerte, luz les resplandeció” (Is. 9:2), los hombres han rechazado la Luz. ¿Por qué razón? Por el hecho de que el perverso corazón humano, habituado a llevar a cabo el mal, «amó mucho más las tinieblas que la luz, pues sus proyectos eran malas» (Juan 3:19). La Palabra, en su revelación por medio de los profetas y escritos del Viejo y Nuevo Testamento, y en su persona caminando por las tierras de Palestina, en su historia, obra y enseñanza; revela la luz de la santidad de Dios, pero esta luz, reluciendo en las tinieblas, exhibe las malas proyectos de los hombres, esas proyectos que absolutamente nadie quisiese que otros puedan ver, pues son repulsivas y infames; De ahí que los hombres, durante la historia humana, han rechazado y prosiguen rechazando a Jesús. No tienen la posibilidad de aguantar que reluzca su luz inquisitiva. “Pues todo el que hace lo malo detesta la luz y no viene a la luz, a fin de que sus proyectos no sean reprendidas” (Juan 3:20). La obscuridad en este pasaje representa al hombre pecador, el planeta que detesta a Dios. Si bien no amaban al Hijo, ni deseaban que su Luz brillara sobre ellos, las tinieblas no predominaron contra él. Absolutamente nadie pudo extinguir el resplandor de Su revelación y absolutamente nadie puede. El Evangelio de Cristo triunfará, más allá de que se le opongan el infierno, Satanás, los diablos, los gobiernos, los pensadores, las universidades y hasta las iglesias; la realidad predominará y los seleccionados van a venir a Cristo a fin de que su luz les muestre sus malas proyectos, se arrepientan y vivan para la gloria de Dios. Apps: Juan nos presentó a Jesús como el que resplandeció en la eternidad con el Padre, el que resplandeció a lo largo de la creación, el que resplandeció en el Viejo Testamento, el Nuevo Testamento, el que reluce en este momento y el que resplandecerá por los siglos de los siglos. . Este es nuestro Salvador: lumínico, resplandeciente, siempre y en todo momento realizando resplandecer la gloria de Dios y dando permiso conque las criaturas lo contemplen. En el momento en que lleguemos a la gloria eterna, lo que mucho más observaremos allí va a ser la gloria brillante de la Palabra, como la vio Juan en el Apocalipsis: “Y volteé a conocer la voz que charlaba conmigo; y en el momento en que me volví, vi… al Hijo del Hombre… sus ojos como llama de fuego; y sus pies eran como bronce bruñido, resplandeciente como en un horno… y su rostro era como el sol en el momento en que reluce” (Ap. 1:12, 14, 15, 16). Y exactamente el mismo Juan, comentando de la luz en la localidad novedosa donde vamos a vivir para toda la vida, afirma: “La localidad no posee necesidad de sol ni de luna que la iluminen; por el hecho de que la gloria de Dios la alumbra, y el Cordero es su as” (Apoc. 21:23). Adoremos al Cordero que es la luz de todo el mundo, andemos en esta vida realizando las proyectos de la luz y no de las tinieblas. Vistámonos de la luz de Cristo, por la parte interior y por fuera, ¿de qué forma? Realizando su intención, siguiendo el evangelio, amando a nuestros hermanos. Exactamente el mismo Juan ha dicho: «El que afirma que está en la luz y detesta a su hermano, aún está en tinieblas; el que quiere a su hermano, continúa en la luz» (1 Juan 2:9-diez). Tener la luz de Cristo no es solo un término, es una acción: caminar como él anduvo. Aprendemos que Jesús es la fuente de vida y vino a ofrecer vida plena, abundante y eterna a los pecadores fatales. En este momento debemos cuestionarnos: ¿de qué forma llegamos a esta vida? Y la contestación contundente que nos va a dar durante su evangelio es: Cree en Jesucristo. La palabra opinar hace aparición 76 ocasiones en todo el Evangelio, ese es el propósito de este hermoso libro. ¿Qué debemos opinar? No es sencillamente fe ciega o mística, es fe real, en un individuo, en lo que es y en lo que Dios desea que creamos de ella; esto es, que Jesús es el único y único Salvador del hombre, el Hijo de Dios, Dios de Dios; no un mero hombre, ángel o profeta. Siendo Dios, entonces pide obediencia a sus mandamientos y sumisión absoluta a su impecable intención. “Debemos mirarlo, estudiar sobre él, estudiarlo, meditar en él hasta terminar que no es otro que el Hijo de Dios”. Pero la fe que se apropia de Jesús y recibe de él la vida y la luz no es solo una convicción racional, sino incluye asimismo la seguridad honesta de que él es lo que afirma ser y lo que afirma; y, lo más esencial, fundamentar nuestra vida en Su evangelio. Todos pertenecíamos al reino de las tinieblas, amábamos las proyectos del mal, que se hacen en misterio, y amábamos caminar en la obscuridad de nuestro pecado; paseamos hacia las tinieblas de afuera, donde está el crujir de dientes; pero un día Cristo nos alumbró con su Palabra y pudimos verlo como el Hijo de Dios, el Redentor, el Cordero de Dios; y en ese acto de fe y apropiación fuimos trasladados de «las tinieblas a su luz admirable» (1 Pedro 2:9); por consiguiente, nuestro caminar ha de ser como el de esos que llevan la luz verídica, “por el hecho de que en otro tiempo erais tinieblas, pero en este momento sois luz en el Señor; andad como hijos de luz” (Efesios 5:8); y como andan los hijos de la luz, tal como anduvo Cristo en este planeta. Amigos, sois hijos de las tinieblas, pero el día de hoy el Señor se ha manifestado frente nosotros como el Señor de la luz, venid a Jesús, creed en él, depended de él en todo, y vais a ser asimismo hijos de la luz: en la luz, a fin de que seáis hijos de luz” (Juan 12:36).
VIVIR SIN ACOGIR LA LUZ
Durante la vida todos nos confundimos y nos confundimos . Calculamos mal las cosas. No medimos bien las secuelas de nuestros actos. Nos dejamos llevar por la pasión o la tontería. De esta manera somos. No obstante, estos no son los fallos mucho más graves. Lo malo es haber desarrollado la vida del revés. Pongamos un caso de muestra.
Todos entendemos que la vida es un obsequio. No fui yo quien decidió nacer. No me escogí a mí. No escogí a mis progenitores. o mi pueblo. Todo me fue dado. Vivir en este momento es, desde su origen, recibir. La única forma de vivir con sensatez es admitir responsablemente lo que me resulta dado.
Y la Palabra era Dios
Para el Apóstol Juan no alcanzaba decir que en el principio era el Verbo y que el Verbo se encontraba con Dios, sino asimismo declaraba una oración fantástica “Y el Verbo era Dios”, conque antes que absolutamente nadie saque la conclusiones erradas sobre el concepto de la declaración que él mismo aclaró, el verbo asimismo es Dios.
Así, Juan hablaba de la presencia de distintas Personas divinas, pero no se encontraba enseñando que hay distintas Dioses; o que el Hijo era menos divino que el Padre, pero que el Verbo y el Padre son uno, pero cada uno de ellos es un individuo diferente, ¡qué joya!
Notas
- Con una salvedad, las citas bíblicas se toman con permiso de New American Estándar Bible (NBLA) © 2005 por The Lockman Foundation, salvo donde se indique explícitamente.
- La imagen de portada es un trabajo de Felicidad y Vida empleando la imagen original de pixabay.