La soledad sensible está relacionada a sentimientos de incomprensión, tristeza y también inseguridad. Si percibimos que la gente que nos cubren no nos entienden y no distribuyen nuestros valores y opciones, tenemos la posibilidad de sentirnos solos, desprotegidos y también indefensos.
Los humanos somos muy complejos, tanto que tenemos la posibilidad de tener vivencias muy dispares durante nuestra vida. Contamos instantes de soledad gratificante y deseada, pero asimismo tenemos la posibilidad de presenciar periodos de soledad no escogida que duelen. En otras situaciones, esta soledad no escogida asimismo puede ser un estímulo de estudio. No obstante, en el momento en que la soledad se arraiga en el alma humana de forma negativa, con apariencia de impotencia y tristeza, se transforma en esa enorme patología del alma que minimiza el potencial de confort y perjudica la autovaloración de quienes se sienten atacables. . .
Contenidos
De qué forma sobrepasar el sentimiento de soledad
Recobrar la soledad – la manera mucho más eficaz de superarla
La vida da muchas vueltas y nos transporta a distintas sitios, tanto geográficos como sentimentales , durante nuestra vida.
Citas sobre la soledad del alma que te consolarán
1. En el fondo de toda soledad hay un profundo y poderoso anhelo de unión con el yo perdido. – Brendan Behan
Es en los instantes de soledad en el momento en que al final tenemos la posibilidad de ponernos en contacto con nuestra individualidad de la forma mucho más extremista. Dedicarnos unos minutos a la introspección y reencontrarnos con las conmuevas, sentimientos y pensamientos que disponemos es primordial para sostenernos sanos a todos y cada uno de los escenarios: físico, mental y espiritual. Es posible que pasemos tiempo solos a lo largo del día, pero en la era de las comunidades, ¿qué tan solos nos encontramos?
Soledad sensible, el vacío no buscado
Richard Yates fue un popular ensayista que escribió una sucesión de cuentos entre 1951 y 1960, publicados bajo el título Eight Ways to Feel Lonely. En esta atrayente obra se nos comenta la narración de una muchacha embarazada, un chaval sin amigos, un escritor fallido, unos jóvenes que viajan, un hombre que no halla el cariño y una maestra frustrada en su profesión.
Estos fáciles retratos representaban en sí mismos los diversos tipos de soledad que experimentaba el hombre en un periodo muy preciso del siglo XX. Hasta hoy, las cosas no cambiaron bastante. No obstante, a estos testimonios dejados por Yates, indudablemente podríamos añadir el de nuestros jovenes y, naturalmente, el de nuestros mayores.
Daños de la soledad
En el momento en que la soledad duele se refleja en expresiones como “sentirse invisible para la sociedad”, “sentir un silencio interior que absolutamente nadie escucha”, “sentirse descuidado u olvidado por los seres amados”, “sentir un profundo vacío en el alma que tiñe de negro el corazón”, faltando alguien que le afirme al levantarse por la mañana: “buenos días”, alguien que necesite de nuestro amor o distribución; alguien en quien expresar y confiar o recibir pensamientos y sentimientos íntimos, alguien que nos quiere sexualmente o con quien comunicar amorosamente la vida diaria, tanto en el campo de la privacidad física como en el campo de los intereses culturales, valores, etcétera.
En esta visión negativa, según la que «los monstruos y los espectros devoran al hombre en soledad» (Hables Baudelaire), la soledad, que a veces fué generada por trastornos mentales, incluyendo las adicciones, como ahora se ha señalado, puede ser la causa de distintas alteraciones psíquicas, así sean repentinas o desarrolladas. Entre los desequilibrios inmediatos, debemos nombrar el trastorno sensible por carecer de adaptación a la soledad, que hace ansiedad, angustia, complejos cariñosos, temores, desconfianza, etcétera.; depresión reactiva, que hace tristeza, pesimismo, amargura, baja autovaloración, formas de proceder apáticas, apatía y retraimiento; somatizaciones como insomnio sintomático o trastornos digestibles o cardiovasculares; y, al final, la situación de automarginación popular y familiar, con el mal de vivir como en una prisión (hikikomori) y fallecer en pleno desarraigo y olvido, de ahí las muertes de jubilados cuyos cuerpos, encontrados hasta 4 años después , detallan en el momento en que están en adelantado estado de putrefacción o aun se descubrió momificación.