No poder abrazar, acariciar, besar o aun ?chocar los cinco? crea inestabilidad sensible y una enorme inseguridad en la población, singularmente entre la gente que viven solas.
- La sepa de abrazos puede ayudar a la desaparición de las neuronas.
Oaxaca de Juárez, Oax. 14 de febrero de 2018. Al abrazar se segrega oxitocina (hormona relacionada con el exitación), se libera serotonina y dopamina (responsable del buen humor), lo que crea una interesante sensación de armonía y plenitud, una dosis de confort para el cuerpo y el alma
Los abrazos y las caricias son precisos todos y cada uno de los días para la salud. No solo en el Día de los Enamorados
Abrazar y ser abrazado, ofrecer y recibir caricias es realmente bueno para la salud, en el Día de los Enamorados, el Centro Superior de Ciências da Saúde desea rememorar, mediante una colección de estudios, los resultados positivos de abrazos a la salud y caricias, sin olvidar ciertas cautelas.
Los abrazos invisibles
Cientos de llamadas y mensajes a las personas más allegadas, videollamadas de todo género con amigos, datos con nuestros vecinos y hasta fiestas navideñas virtuales. En el último año dimos y recibido cariño, si bien prácticamente todos hemos sentido o echado de menos el contacto físico prácticamente un año tras entender el término “distanciamiento popular”.
Desde hace unos meses, la crisis sanitaria causada por el Covid-19 nos ha privado de casi todo contacto físico con otra gente. El temor al contagio y las sugerencias de las autoridades sanitarias nos forzaron a inventar novedosas maneras de expresar nuestros sentimientos y probar cariño a nuestros conocidos cercanos.
Un mensaje de cariño
El contacto afectivo (de familiares, amigos, conocidos cercanos) de forma indirecta apoya o posibilita la regeneración de nuestras células. Si bien la persona por el momento no está medrando en altura, “todos nuestros tejidos precisan regenerarse, y esa regeneración celular está mediada por componentes de desarrollo”. Este desarrollo, si es habitual, “se traduce en salud”.
Abrazar es reconfortante para los mayores por el hecho de que hay una relación directa entre «la proporción del abrazo» y tres cambiantes sicológicas escenciales para una aceptable vida: «sentirse recibido, amado y reconocido».
Preciso para el avance
El aprecio, aparte de ser una manera principal de comunicación que da seguridad y confort a lo largo del primer año de vida, se utiliza para mandar señales que impulsan el cerebro y activan respuestas de desarrollo que afirman un avance saludable. Entendemos que los pequeños recién nacidos privados de contacto físico tienen la posibilidad de padecer cambios orgánicos y mentales. Se demostró que en el momento en que un individuo se aísla a lo largo de bastante tiempo del resto del resto, puede desarrollar una psicosis transitoria o cuando menos padecer trastornos mentales temporales. Las caricias y los abrazos en el hombre son acciones cuya cualidad es insustituible. Significa la cercanía del otro, el sentimiento del otro que actúa instantaneamente recíproco de ofrecer y recibir aprecio, de mantenerlo en su “humanidad”, de aceptarlo espiritual y corporalmente.
El día de hoy, mucho más que jamás, es requisito ver el ambiente para comprender quién está cerca nuestro, especialmente si hablamos de nuestra familia. La mujer, el marido, los hijos, los progenitores, todos generalmente precisan la seguridad del aprecio mediante una caricia que puede tomar múltiples formas físicas, como un beso, un abrazo, un apretón de manos, una palmada en el hombro o formas verbales. como saludos afables, halagos, ánimos como («¡de qué manera lo hiciste!», «¡tú puedes!», etcétera.). Frecuentemente una manifestación espontánea de aprecio puede diferenciarse entre la vida y la desaparición, la soledad y la alegría, el sentimiento de abandono o de compañerismo, etcétera. En nuestro planeta occidental, para estar comunicados, tendemos a usar los sentidos de “distancia” (vista y oído) mucho más que los de cercanía (tacto, gusto, olfato). En muchas situaciones, y en ciertas etnias, estos últimos se convirtieron en tabú. La civilización llegó a supervisar las maneras de contacto físico de tal modo que, tristemente, frecuentemente las reducimos a formas violentas o sexuales. Se puede decir que entre la multitud «nos acariciamos poco».