Dios se preocupa por nuestro trabajo, el planeta laboral en el que nos desenvolvemos. Y no solo le importa, sino precisamente puede usarnos para su misión donde estemos, por el hecho de que no hay división entre “lo sagrado y lo secular”, o lo espiritual y lo no espiritual.
Charlamos con Víctor Casero Muñoz, un profesional que transporta tiempo tratando utilizar esta visión bíblica en su trabajo y en su ambiente mucho más próximo. Ingeniero Técnico Industrial en una compañía experta en el diseño y fabricación de máquinas, Víctor se interesó mucho más por la relación entre fe y trabajo tras ayudar a un curso intensivo sobre la materia dado por José Hutter en La capital española.
Evalúate francamente
Las próximas cuestiones te asistirán a evaluarte con relación al trabajo:
- ¿Puedes glorificar a Cristo en tu trabajo? Debemos comprender que somos embajadores del reino de Dios y con nuestro ejemplo tenemos la posibilidad de ofrecer gloria a Dios en nuestra vida.
- ¿Diezmas de lo que ganas en el trabajo a Dios? Este es un mandamiento y es una parte de la obediencia a Él. Es una bendición para nosotros.
- ¿Llevas una vida saludable con una combinación de trabajo, ocio y desarrollo personal? Debemos realizar un esfuerzo, pero asimismo tener un tiempo de reposo conveniente.
- ¿Eres un católico que provoca que el resto deseen entender de Dios? Es esencial vivir como un católico responsable, que el resto deseen estar con nosotros.
- ¿Trabajas francamente? Es esencial ser verdaderos en lo que el Señor nos dió para generar.
- ¿Trabajas con excelencia, alcanzas tus misiones? Poseemos esa necesidad de poder los objetivos.
- ¿Trabajas aplicadamente? Hemos de estar dispuestos para realizar nuestras tareas y llevarlo a cabo con excelencia.
- ¿Eres comunicador del evangelio adondequiera que estés? En el hogar, con tus amigos, en el trabajo.
Créditos de las fotografías
Juan de Damasco. Icono de Athos, que data de principios del siglo XIV (Fuente: Wikipedia, Dominio público, PD-old-70)
Sermón 268 de San Agustín sobre la Comunión cristiana
1 La venida del Espíritu Santurrón hizo que este día sea solemne para nosotros; Es el quincuagésimo tras la resurrección, número que resulta de multiplicar los días de la semana por siete. Si cuentas las siete semanas, hallas solo 40 y nueve días, pero la unidad se añade para insinuar la unidad. ¿Exactamente en qué consistió la venida misma del Espíritu Santurrón? ¿Qué trabajó? ¿De qué forma mostraste tu presencia? ¿De qué servía expresarlo? Todos charlaban en las lenguas de todos y cada uno de los pueblos. Ciento veinte personas estaban reunidas en un solo sitio, número sagrado que resulta de multiplicar el número de apóstoles por diez. Entonces, ¿de qué manera sucedió? ¿Todos esos sobre quienes descendió el Espíritu Santurrón charlaban entre los lenguajes, uno y otro, tal y como si se dividieran entre sí los de todos y cada uno de los pueblos? La verdad era otra: cada hombre, un solo hombre, charlaba las lenguas de todos y cada uno de los pueblos. Un hombre charló los de todos y cada uno de los pueblos: hete aquí, la unidad de la Iglesia está simbolizada en las lenguas de todas y cada una de las naciones. Aquí asimismo somos íntimos de la unidad de la Iglesia católica desperdigada por todo el planeta.
2. Por consiguiente, quien tiene el Espíritu Santurrón está en la Iglesia que charla las lenguas de todos. Quien está fuera de ella carece del Espíritu Beato. El Espíritu Beato se ha dignado manifestarse en las lenguas de todos y cada uno de los pueblos a fin de que los que continúan en la unidad de la Iglesia, que charla en todas y cada una de las lenguas, entiendan que tienen el Espíritu. Un solo cuerpo –afirma el Apóstol Pablo-; un solo cuerpo y un solo Espíritu. Considere a nuestros integrantes. El cuerpo se compone de varios integrantes, y un solo espíritu da vida a todos ellos. Mira que merced al alma humana por la que yo mismo soy hombre, sostengo unidos a todos y cada uno de los integrantes. Ordeno a los integrantes que se muevan, aplico los ojos para poder ver, los oídos para oír, la lengua para charlar, las manos para accionar y los pies para caminar. Los permisos de los integrantes no son iguales, pero un solo espíritu une todo. Existen muchas órdenes, muchas acciones, pero solo las que mandan y solo las que son obedecidas. Lo que es nuestro espíritu, esto es, nuestra alma, respecto a nuestros integrantes, de esta manera es el Espíritu Santurrón respecto a los integrantes de Cristo, el cuerpo de Cristo que es la Iglesia. De ahí que el Apóstol, al charlar de un solo cuerpo, a fin de que no pensemos en un fallecido, ha dicho: Un solo cuerpo, pero les suplico: – ¿Este cuerpo está vivo? -Sí, en directo. -¿De dónde sacas tu vida? -De un solo espíritu. Y un solo Espíritu.Enfocad, ya que, hermanos, la atención a nuestro cuerpo ahora los dolores de los que están lejos de la Iglesia. Todos nuestros integrantes cumple con sus funcionalidades mientras que nos encontramos vivos, mientras que nos sostengamos sanos; si alguno padece por alguna causa, todos y cada uno de los integrantes padecen por ella. No obstante, como está en el cuerpo, puede sentir mal, pero no puede exhalar. ¿Qué es entonces expirar sino más bien perder el espíritu? Y no obstante, si un integrante se divide del cuerpo, ¿lo prosigue el espíritu? Se reconoce el integrante en cuestión: es un dedo, una mano, un brazo, una oreja; fuera del cuerpo solo tiene forma, pero no vida. De este modo es con el hombre separado de la Iglesia. Buscas en ella el sacramento, y lo hallas; buscas el bautismo y lo hallas; buscas el símbolo y lo hallas. Es la manera exterior; pero si el espíritu no les vigoriza internamente, en balde les glorificáis exteriormente con el rito.
¿Cómo afecta nuestra relación con Dios a nuestro trabajo? Opiniones? ¿Alguien?
Nuestra relación con Dios no debería tener ningún impacto en nuestro trabajo. El éxito profesional se basa en habilidades, esfuerzo y oportunidades, no en la creencia en un ser superior. Mantengamos la religión fuera del ámbito laboral y enfoquémonos en lo que realmente importa: el desempeño y la ética.
¡Vaya! Nunca imaginé que el trabajo y Dios fueran tan compatibles. ¿Alguien más lo ve así?
Vaya, ¡quién iba a pensar que el trabajo y Dios tenían algo en común!
¡Vaya, vaya! Parece que alguien descubrió la rueda. El trabajo y Dios siempre han estado relacionados para aquellos que creen en Él. Sin embargo, cada uno tiene su propio significado y no todos lo entienden de la misma manera.