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Que se esconde detrás de la tristeza

La tristeza se encuentra dentro de las conmuevas humanas mucho más profundas, y sentirla pertenece a la vida. Es una reacción sicológica frente ciertas ocasiones que vivimos, como la desaparición de un individuo cercano, la separación con un apasionado, la desaparición de una mascota o la pérdida de un trabajo.

Cuántas ocasiones deseamos ocultar la tristeza, las intranquilidades, el agobio, el temor, tras una sonrisa, tras una expresión de confort que procura esconder el malestar. Y cuantas ocasiones pasa que le preguntamos a alguien y nos responde que está bien y nosotros entendemos, de alguna forma, que no es de esta forma… Pero admitimos lo que nos comunica, así sea por pudor o por vergüenza, o por el hecho de que no entendemos qué llevar a cabo en una situación como esta

No obstante, en el momento en que escondemos las llamadas conmuevas “negativas”, hay una necesidad detrás. Es posible que nos dé vergüenza aceptar lo que sentimos, o que no sepamos lo que nos encontramos sintiendo, lo que nos pasa.

TRISTEZA Y FURIA

En un reino encantado donde los hombres jamás tienen la posibilidad de llegar, o quizás donde los hombres viajan eternamente sin caer en la cuenta. En un reino mágico, donde las cosas intangibles se vuelven específicas… Había una vez un lago fantástico. Era una laguna de aguas transparentes y puras donde nadaban peces de todos y cada uno de los colores que ya están y donde se reflejaban de manera permanente todos y cada uno de los tonos de verde. A ese lago mágico y transparente venían a bañarse, realizando compañía, tristeza y furia. Los 2 se sacaron la ropa y los dos desnudos entraron a la laguna. La íra, con prisa (como siempre y en todo momento lo es la íra), con urgencia -sin entender por qué razón- de manera rápida se bañó y mucho más veloz aún, salió del agua… Pero la íra es ciega, o por lo menos no distingue precisamente la verdad. Conque, desviste y con prisas, se puso la primera ropa que halló al irse. Y resultó que esa ropa no era suya, sino más bien de tristeza. Y vestida de tristeza, la furia salió. Muy apacible y sosiega, preparada como siempre y en todo momento a quedarse donde está, la tristeza acabó su baño y sin prisa (o explicado de otra forma, sin conciencia del paso del tiempo), gandula y de forma lenta, salió del estanque. En la playa, descubrió que su ropa no se encontraba. Como todos entendemos, si hay algo que a Tristeza no le agrada es estar desviste, conque se puso la única ropa que había al lado del lago, la ropa de la furia. Aseguran que desde ese momento, frecuentemente nos hemos encontrado con una furia ciega, despiadado, horrible y furiosa, pero si nos paramos a ver de cerca, observaremos que esa furia que observamos es solo un disfraz, y que tras el disfraz de la furia, en verdad… la tristeza se oculta.

Jorge Bucay: “Historias para meditar”

Ya que aquí confirmo mi opinión sobre esta afirmación, la tristeza bien manejada puede ofrecer una lista interminable de ocasiones que te puede abrir muchas puertas cerradas (me chifla esa oración).

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